Los 2000 fueron algo extraños para
el mundo de la música. Hubo cambios en la forma de grabar, vender y también
cómo escucharla. Vivimos el cambio desde el querido walkman a unos diminutos reproductores
mp3 y la colección de CDs pasó a ser algo mucho más ligado al romanticismo del
coleccionista que un deber como fanático. Junto con esto, una de las bandas más
importantes del mundo, que se había mantenido en pausa durante un par de
calendarios, Metallica, se lanza con una propuesta que, quizás hasta ese
momento, fue la más arriesgada de toda su carrera, lanzando ‘’St. Anger’’.
Envuelto en una niebla que apenas
dejaba ver al cuarteto de San Francisco por todos los problemas que se gestaron
desde 2001 en adelante, con la salida de Jason Newsted del grupo por
diferencias personales y la casi obligada rehabilitación de James Hetfield a
causa de su latente alcoholismo, el disco ha sido vilipendiado por muchas
razones: su sonido, las letras, la falta de solos y el exceso de ‘'querer sonar
pesados’’. Pero acá en WikiRock, queremos darle una vuelta más a todas esas
ideas y para eso, escuchamos otra vez de principio a fin el octavo álbum de
estudio de Metallica.
Partamos con algo en que todos
estamos de acuerdo: la caja de la batería de Lars Ulrich suena a cualquier
cosa, menos a lo que nos tiene acostumbrados. Desde ese punto en el que ya hay
concordancia, iniciemos un análisis más allá del sonido. ¿Alguna vez le han
puesto atención detenidamente a las letras? Hay casos buenísimos y otros que
dan hasta un poco de risa (‘wake the
sleeping dog, no, let him sleep’ en ‘’Shoot Me Again’’). Este álbum, que consta
de 11 canciones, hace mucho sentido si lo vemos desde la perspectiva de la
terapia de James y el caos de no tener ni siquiera un bajista al momento de
empezar a componer, trabajo para el cual invitan a Bob Rock, productor de
Metallica desde el Black Album a ejecutar el instrumento en estudio.
Si han visto el documental ‘’Some
Kind Of Monster’’ (y si no lo han hecho aún, aprovechen que está en Netflix),
deben haber notado la poca comunicación existente dentro del grupo, con un Kirk
Hammett que no tenía espacio ni para opinar entre los gritos de Lars y James.
Tal como él mismo admitió mucho tiempo después, en el momento en que le dicen
que mejor no toque solos, fue, con sus propias palabras ‘un ají en el culo’.
Sin embargo, también contó que, si hubiese ejecutado algunos en el disco, el
hecho de componer mientras era árbitro de discusiones constantemente, habría
desatado una crisis nerviosa en el guitarrista. Por su parte Phil Towle, el
terapista contratado para lidiar con estos problemas dentro de la banda, era un
mero testigo de un espectáculo pocas veces visto por un conjunto al borde de la
ruptura.
En más de una hora de duración, hay temas impactantes como los que salieron de sencillos, 'Frantic' y 'The Unnamed Feeling', donde sus videoclips realmente llegan por la forma en que son narradas las historias de cada uno. Al mismo tiempo, el tema título del disco, con su vídeo grabado en la prisión de St. Quentin, considerada una de las más peligrosas del mundo, muestra la rabia latente dentro de Hetfield al escribirla y aunque se haga un poco larga a veces, el trasfondo ayuda mucho a digerirla de mejor forma. El resto del disco, con canciones como 'Shoot Me Again', 'Purify' y 'My World', muestran a una banda que quizás no está tan inspirada como en ''...And Justice For All'', pero entrega las respuestas necesarias para las preguntas que el mismo cuarteto se hizo durante años, los más difíciles de su carrera.
Sinceramente, el disco no es malo. Es verdad, faltan elementos que normalmente uno esperaría escuchar en un trabajo de Metallica, pero no por eso hay que crucificarlo. Desde 'Frantic' hasta 'All Within My Hands' hay un dejo de rabia y desesperación que no es fácil de encontrar en otros álbumes de la banda. Acá no hay una locura que llega a alegrar como en ''Kill 'Em All'' o ese juego con la muerte en discos como 'Ride The Lightning' y 'Master Of Puppets'. Esto es Metallica rabioso, enojado con todo y todos, desatado como nunca antes y, lamentablemente, tratando de sonar frescos y no lograrlo. Acá hay mucho más que querer hacer música que reinvente el metal, es una catarsis casi obligatoria para la banda, nombrada incluso un ícono por parte de la cadena MTV, lo cuál sirvió de excusa para presentar a Robert Trujillo, nuevo bajista que se incorporó tras grabar este mencionado disco que, por más que lo trataran como basura en su tiempo, es necesario darle una vuelta después de todos estos años. Quizás, con canciones un poco más cortas y una batería sonando mejor, ''St. Anger'' sería un clásico más y no el disco que a muchos fans de la banda avergüenza escuchar. Es por eso que ahora te dejamos con los videoclips del disco y también, los ensayos donde el cuarteto norteamericano toca de principio a fin este álbum, a ver si logramos convencerte de que no es tan malo como lo recuerdas desde la primera vez que lo escuchaste.
A 15 años de St Anger: ¿Realmente es tan malo como lo recordamos?
Reviewed by Sam Acevedo
on
julio 23, 2018
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